domingo, 25 de diciembre de 2016

Ser feliz

Ser feliz es increíblemente fácil e increíblemente simple. Digo increíble, porque la inmensa mayoría de la gente no se lo cree, pero es verdad.

Ser feliz es una emoción, y como toda emoción está provocada por una idea.

Esa idea es la opinión que tenemos sobre nosotros mismos. Es lo que hemos decidido creer que somos.

Es habitual confundir lo que somos, con lo que pensamos que somos, con lo que pensamos que es "nuestra vida". Sin embargo, son cosas bien diferentes.

El que ES, evalúa lo que parece pasarle y emite un juicio en función de su escala de valores, que es un asunto cultural y aprendido. Así, el que ES, solo será feliz si le pasan ciertas cosas, y además, esas cosas que le tienen que pasar para ser feliz, cambian con el tiempo, cambian sobre todo cuando las consigue. Por eso, quien pretende tener una vida feliz que se ajuste a unos determinados parámetros, nunca lo consigue.

Nada externo te hará nunca feliz.

La única idea que te hará realmente feliz eres tú mismo, que naturalmente eres una idea feliz.

Desecha todo y quédate solo contigo mismo, y vivirás tu natural felicidad.

Como he dicho: es simple, es fácil.

domingo, 23 de octubre de 2016

Caminos con corazón

Supongo que a estas alturas ya sabéis que yo no soy partidario de las ensaladas espirituales, que en forma de técnicas de "mejoramiento", terapias "alternativas" o sistemas de "auto-ayuda" son corrientes en nuestra sociedad desde hace unas cuantas décadas. Yo pienso, como dice Nisargadatta, que si quieres encontrar agua, más vale que caves un único pozo, y sigas cavando hasta que el agua aparezca. Si no eres serio, si no tienes una fuerte determinación y una devoción absoluta, no llegarás a ninguna parte en ningún camino espiritual. Desgraciadamente el signo de nuestro tiempo está marcado por la superficialidad, la trivialidad y la banalidad. Un tiempo en el que la espiritualidad se ha convertido en un bien de consumo más para un colectivo que solo busca coleccionar experiencias que les haga sentirse especiales.

No me gusta criticar a nadie. Detesto profundamente cómo me siento cuando lo hago. Pero recuerdo las palabras de Quevedo: "Pues amarga la verdad, quiero echarla de la boca; y si al alma su hiel toca, esconderla es necedad". Y la verdad es que, si queremos llegar a alguna parte, es imprescindible devocionarnos a un único camino, el que sea, siempre y cuando tenga corazón.

A continuación os dejo con las palabras de don Juan, de Carlos Castaneda, a quien estuve muy vinculado en mi juventud.

"Las enseñanzas de don Juan" de Carlos Castaneda (1968)

"Para mí sólo recorrer caminos que tienen corazón,
cualquier camino que tenga corazón.
Por ahí yo recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo.
Y por ahí recorro mirando, mirando, sin aliento."


"Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta que sólo se hace un hombre muy viejo. (...)
¿Tiene corazón este camino?
Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte.
Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte.
Ahora (muchos años después) tiene sentido sentido la pregunta de mi benefactor.
¿Tiene corazón este camino?
Si tiene, el camino es bueno; sino, de nada sirve.
Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no.
Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida.
Uno te hace fuerte; el otro te debilita."

DON JUAN

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pasa de ti

La clave para eliminar las dudas, las angustias, los miedos y las depresiones es no hacer caso en absoluto a nuestro ego, ni siquiera a sus aparentes "propuestas amorosas". Todo lo que se nos pasa por la cabeza es basura, de un tipo o de otro. Todas las opiniones que tenemos sobre nosotros mismos o sobre el mundo son falsas. No merece la pena considerarlas en absoluto. Piensa que, cuando el Espíritu Santo nos habla, o el Cielo nos bendice con un pensamiento de Dios, no hay ningún "yo" ahí para recibirlo, tan solo es un recuerdo de nosotros mismos, de nuestra auténtica indiferenciada, total y verdaderamente amorosa identidad. Cuando eso ocurre, nosotros no somos amorosos, porque es imposible que el ego sea amoroso. Cuando eso ocurre, nosotros somos amor, nuestra verdadera naturaleza. Por eso, el trabajo espiritual no es de "conseguir", pues solo conseguiremos ilusiones. El trabajo espiritual es de "negar", pues todo a lo que la mente tiene acceso es falso. Recuerda el viejo dicho advaita: "Esto no, esto tampoco". El trabajo es simple, se trata de descartar, que es lo mismo que perdonar. Puede parecer que esta sea una opción muy dura y radical, pero créeme, es la única alternativa si no deseas deambular persiguiendo sueños que te acabarán desengañando. E incluso eso es positivo, pues todo desengaño, bien entendido, es una magnífica lección. Todo lo bueno viene de negar al mundo en todas sus formas. Ninguna forma merece la pena. Hasta la que te pueda parecer amorosa encierra algún tipo de especialismo que te acabará defraudando. Perdona al mundo y camina con las manos vacías hacia tu Dios. No conseguirás nada, salvo perderte en Su corazón.

Te ayudará leer Texto 4, sección IV. Esto no tiene por qué ser así. y Texto 31, sección V. El concepto del yo frente al verdadero ser. Hay que leer muy despacio, sobre todo esta última sección, porque es muy densa y muy potente. Cada frase es importante.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Yo, mi, conmigo

Hay mucha gente que piensa que los debates no sirven para nada, como el autor de este interesante artículo. Ni siquiera las discusiones que mantenemos con nosotros mismos mediante el diálogo interno. El advaita y el Curso de milagros nos recuerdan que el ego no sabe nada. Así que, ¿debiéramos acaso quedarnos callados?, ¿rechazar todo lo que se nos viene a la cabeza?, ¿no leer?, ¿no pensar?

Pues en parte, eso sí que es cierto, o mejor aún, hay una manera de pensar a la que eso sí se aplica. 

Pensar es la función de la mente, que el Curso describe como el principio activo del espíritu que le confiere a este su energía creativa. Sin embargo, en este mundo ilusorio, los Hijos de Dios parecen estar separados y sus mentes no parecen estar unidas, por eso, el concepto de una mente individual parece tener sentido. En la Realidad esto no es así, pero sí es lo que experimenta en sueños la mente dormida del Hijo de Dios. 

En el Curso se describe la mente como si tuviera dos partes: el espíritu y el ego. De hecho, más que dos partes, es el resultado de una decisión que la mente toma: escuchar al ego, o al Espíritu Santo, quien nos recuerda nuestra verdadera identidad. Por eso, podemos decir que la mente tiene la libertad de elegir entre dos sistemas de pensamiento totalmente diferentes; exactamente opuestos. Cuando optamos por el sistema de pensamiento del ego, lo cual ocurre casi siempre; estamos equivocados, es decir: nuestros juicios no se ajustan a la realidad. Sin embargo, cuando decidimos escuchar a la voz del Espíritu Santo, nuestra percepción es verdadera.

Es interesante recalcar que, cuando optamos por el Espíritu Santo, no es lícito formular el viejo "yo pienso que...", porque en realidad no hay un "yo soy" egóico detrás de esa idea, simplemente hay conocimiento. El problema es que tras la separación nos volvimos maníacamente posesivos, arrogantes y narcisistas. Nuestra alocada declaración de independencia de la Realidad Divina nos convirtió en dementes separatistas reclamando una identidad propia y diferente. Nos mentimos a nosotros mismos sobre la autoría de nuestro Ser hasta conseguir perder completamente de vista nuestro verdadero origen, y este es el triste resultado. Ahora el ego se pregunta con falsa humildad: ¿cómo fue posible esto?, pues yo creo que está clarísimo. Cada vez que decimos "yo soy...", "yo pienso que...", "yo...lo que sea", estamos dando testimonio de la separación, del tremendo error que cometimos.

Por otra parte, hay que darse cuenta de que el error no fue real. Es imposible que lo fuera. Es imposible cambiar la voluntad de Dios. Es un error que simplemente ha generado ilusiones. Todo es un mal sueño del que más vale despertar cuanto antes. No nos equivoquemos amigos. Este mundo, ni siquiera en la mejor de sus formulaciones, merece la pena. Nuestra auténtica herencia es infinitamente mejor que nuestros más altos anhelos. Un desierto siempre será un desierto, porque no tiene agua. Y lo mejor que se puede hacer con un desierto es abandonarlo.


Me desengañé, eso es todo. Yo solía crear un mundo y poblarlo. Ahora ya no lo hago más. Ahora vivo en el vacío más allá del ser y el no-ser, más allá de la consciencia. No tengáis lástima de mí; ese vacío es también plenitud. Mi mente dejó de producir eventos. Mi antigua e incesante búsqueda cesó. No quise nada, ni esperé nada, ni acepté nada como mío. No quedó ningún yo por el que afanarse. Incluso el desnudo “Yo soy” se desvaneció. Otra cosa que noté es que había perdido todas mis certezas habituales. Antes estaba seguro de muchas cosas, ahora no estoy seguro de nada. Pero pienso que no he perdido nada por no saber, pues todo mi conocimiento era falso. Mi no saber era en sí mismo conocimiento del hecho de que todo conocimiento es ignorancia, de que “Yo no sé” es la única afirmación verdadera que la mente puede hacer.

Nisargadatta 

jueves, 18 de agosto de 2016

Ese Curso siempre nuevo

No importa cuántas veces se lea. El Curso tiene esa extraña cualidad de parecer siempre algo nuevo, desconocido y clarificador. La razón de que esto sea así es bastante simple si se mira con honestidad. Lo que ocurre es que el ego, cuando se enfrenta al Conocimiento (sí, con mayúscula), se atemoriza, se bloquea, y para ello recurre a un tipo de "retraso mental". La resistencia que las enseñanzas del Curso tienen que superar para llegar a nuestra mente correcta son inmensas, os lo aseguro. Aprender las enseñanzas del Curso se parece mucho a nadar contracorriente. A primera vista podría parecer que sorprendernos al releer el Curso es una simpática característica de su contenido. No es así. En realidad es una perversa maniobra de la mente adueñada por el ego, que se resiste con furia a la luz que lo disiparía. Es una forma de retraso mental que debemos rechazar con determinación. 

Tenemos la tendencia a pensar que aprender el Curso es fácil, pero que practicarlo no lo es. Pues no. Es exactamente al revés. En realidad el comportamiento es automático y responde con fidelidad al sistema de pensamiento al que la mente se adhiere. Lo difícil es cambiar de mentalidad. Cuando se consigue, nuestros actos siguen sin esfuerzo y expresan nuestra nueva manera de entender la realidad. Hemos conocido la verdad, y la verdad nos ha hecho libres. Por eso debemos poner toda nuestra voluntad en cambiar nuestra manera de pensar, el resto, viene solo. Esa es la razón por la que en el Curso no hay ni una sola referencia al comportamiento, y por la que se define a sí mismo como un curso de entrenamiento mental. Es un método, muy eficaz, por cierto, para pasar de la mentalidad errónea a la mentalidad correcta o milagrosa.

Pongámonos con absoluta determinación a la urgente tarea de cambiar nuestra mente a la luz de la verdad. La recompensa es inmensa. Es el fin del miedo. La consecución de la paz.

martes, 9 de agosto de 2016

Breve guía de la metafísica de Un Curso de Milagros


Dios es lo que es, lo único que es, lo único y todo lo que hay. A eso llamamos lo real, o la realidad.
Dios es absolutamente abstracto. Es una idea infinita.
Dios Puede, Ama, y Conoce. Esta es la triada que define al Ser: Poder, Amor, y Conocimiento.
La naturaleza de Dios es extenderse a Sí mismo en su triple aspecto de Voluntad, Dicha, y Comunicación.
Crear es extenderse, la Creación es la extensión de lo Real.
A la extensión de Dios le llamamos el Hijo de Dios.
Dios y el Hijo de Dios son de idéntica naturaleza y son Uno.
Dios y el Hijo de Dios no son equivalentes, pues el Hijo de Dios procede de Dios, pero Dios no procede del Hijo.
La voluntad de Dios es la felicidad de su Hijo y su perfecta comunicación con Él. Y como esa es su voluntad, así es ahora en el eterno presente.
El poder del Hijo de Dios es, al igual que el de su Padre, ilimitado, pero debido a su naturaleza, solo puede crear a imagen de Sí mismo, es decir: solo puede extenderse y crear Realidad, a lo que llamamos, las Creaciones del Hijo de Dios.
Dios, el Hijo de Dios, y las Creaciones del Hijo de Dios, son de idéntica naturaleza, y son una unidad indistinguible, excepto por el orden de proveniencia, pues Dios simplemente es, y en su extensión, que es la manifestación de su voluntad de ser, crea a su Hijo, quien a su vez también se extiende en sus Creaciones, las cuales se extienden igualmente creando sus propias Creaciones, y así de forma infinita.
Expresado de forma gráfica, podemos concebir a Dios como un círculo rodeado de una corona circular – su Hijo- rodeado a su vez de otra corona circular –las Creaciones del Hijo- y así sucesivamente en un proceso sin fin que es puramente abstracto, fuera del tiempo y el espacio, infinitamente potente, amoroso, e inteligente, pues esa es la condición de ser.
Ser es dicha, y dicha es ser. Esa es la condición de lo Real. Lo único que existe. Esto es auténtico conocimiento, y es la verdad, que no puede ser comprendida por el ego, que por definición es limitado e incapaz de entender la realidad –Dios– que es ilimitada.
Dios, o lo Real, no conoce nada más que a Sí mismo, pues nada hay fuera de Él mismo.
Dios no juzga, pues solo contempla lo Real, que es Él Mismo y es perfecto.
Todo lo que tiene forma, cambia y es limitado en el tiempo  y en el espacio, no es real, es una ilusión, y por lo tanto no existe.
El tiempo y el espacio es el marco de referencia ilusorio en el que las ilusiones parecen acontecer.
Materia, energía, fuerza, y forma, son características de las ilusiones por las que estas parecen ser sin serlo.
Todo lo limitado y mensurable es ilusorio.
Crear es idear, pues la naturaleza de lo Real es una idea. Esto es totalmente cierto, pero de nuevo, completamente incomprensible para el ego, que es incapaz de tener ideas auténticamente creativas, pues el ego en sí mismo es una ilusión y no existe.
El Hijo de Dios puede formular incluso ideas imposibles, pues tal es su libertad, pero al ser imposibles, por definición, no pueden existir en la Realidad, y en consecuencia, no existen.
Una idea imposible pasó por la mente del Hijo de Dios, y se puede formular así: ¿Puedo existir por mí mismo separado de mi Padre Creador? Al ser una idea imposible, no es creativa, y no genera realidad, luego no existe, ni ha existido, ni existirá. Lo Real no puede ser amenazado por lo irreal, por eso no corre peligro.
Nada irreal existe.
Nada real puede ser amenazado.
En eso radica la paz de Dios
La idea imposible del Hijo de Dios se expresa en la fabricación de un universo ilusorio, que no existe, pero que puede ser percibido por la mente fragmentada del Hijo de Dios.
En realidad la mente del Hijo de Dios no está fragmentada, pero cree estarlo, pues esa ha sido su elección.
Llamamos percepción a la proyección que hace la mente fragmentada del Hijo de Dios de su propia fragmentación y separación.
Lo real es perfecto e inalterable, salvo en su extensión, pues ser es amar, y amar es extender dicha.
Lo imposible es imposible, y no puede existir, pero puede ser ilusorio, es decir: parecer ser. Lo ilusorio no es, pero parece ser.
La idea imposible del Hijo de Dios no puede generar realidad, pero sí ilusión. A la ilusión del Hijo de Dios le llamamos mundo cuando se percibe como externa, y ego cuando se percibe como interna.
La condición de la mente individual es la separación, por eso proyecta separación, y la percibe como conflicto.
La ilusión del Hijo de Dios fue la concepción de la idea imposible de la separación, por eso, la idea de la separación está en todas sus fantasías. Las fantasías más relevantes son:

  • ·         La idea de un ego, expresión de una conciencia individualizada y separada de todo.
  • ·         La idea de otros egos diferentes entre sí.
  • ·         La idea de un cuerpo contenedor de una mente.
  • ·         La idea de un mundo externo compuesto de formas separadas entre sí y a su vez separado del ego.
  • ·         La idea de espacio como ámbito que aloja formas limitadas y separadas.
  • ·         La idea de tiempo que separa eventos sujetos al transcurso de una línea temporal en la que un inexistente presente separa el pasado del futuro.
Nada de esto es real, pero parece serlo, pues tal es la naturaleza de las ilusiones (del latín illusio: engaño).
El ego es lo que la mente fragmentada cree ser, y vive en un mundo igualmente fragmentado en una infinitud de partes separadas.
En realidad la mente ni está separada ni fragmentada, eso es solo una manera de hablar, pues la mente fue creada por Dios y por siempre es perfecta y una en Él.
La separación es tan solo una creencia, cuando esta se abandona, la mente recuerda su conciencia natural de ser uno en Dios.
Este proceso ocurre en un tiempo que no existe realmente, pues el tiempo en sí mismo es una ilusión de la mente fragmentada.
La mente fragmentada aún recuerda vagamente el Cielo, que era su condición previa a la separación.
El ego busca desesperadamente a Dios todo el tiempo y en todo lo que hace, pero lo busca en el universo ilusorio de las formas separadas, y como no puede encontrarlo en la ilusión, está permanentemente frustrado y ansioso.
La mente individualizada no puede encontrar a Dios en ningún sitio, porque ella misma es Dios, aunque no lo sabe.
Dios no es consciente de la ilusión del Hijo de Dios, pues es perfecto y eternamente dichoso e idéntico a sí mismo, pero su Voluntad se extiende a todo, tanto lo Real como lo imaginario.
La voluntad de Dios en lo Real se expresa como amor infinito a sus criaturas. La voluntad de Dios en lo imaginario se expresa como reparación, a través de un aprendizaje en el tiempo ilusorio al que llamamos Expiación, y que tiene como objetivo el despertar de las ilusiones a la Realidad.
El símbolo de la reparación se llama Espíritu Santo, que conoce tanto la realidad divina como la ilusión del Hijo de Dios.
El mecanismo de la Expiación es el perdón, y es la defensa perfecta contra las ilusiones. Su administrador es el Espíritu Santo.
Al introducirse en la mente del Hijo de Dios la idea de la separación, esta concibió la ilusión de estar separadas en distintas mentes con una aparente individualidad en torno a la idea del ego.
El ego es la identificación de la mente ilusa del Hijo de Dios con ella misma en al ámbito ilusorio de tiempo, espacio y cuerpo, en el cual lucha por su supervivencia, pues se siente amenazado, ya que la misma ilusión es congruente con la idea de rechazo de los atributos de lo divino, y en lo concreto, la permanencia es imposible.
El ego, sin embargo, ansía la permanencia en el tiempo, que es un pálido reflejo de la condición natural de ser de lo Real.
Como el ego no es creativo en absoluto, todos sus esfuerzos tienden a manifestar en su mundo las características absolutas de lo divino, pero en la forma concreta, que es la que entiende.
Como esto es imposible, el ego está siempre insatisfecho y quiere más de todo.
Percibir es proyectar, y es la manera en la que el ego se relaciona consigo mismo.
Como el ego es ilusorio, toda percepción es ilusión.
Jesús fue un hombre -el primero- que se identificó perfectamente con el Espíritu Santo, por ello, es equivalente al Espíritu Santo.
El proceso de la Expiación conduce al despertar de todas y cada una de las mentes que se perciben como separadas al feliz reconocimiento de que son una con lo real, tal como siempre ha sido.
Tras la idea de separación que surgió en la mente del Hijo de Dios, esta se percibió a sí misma como fragmentada en innumerables mentes individuales.
La mente individual puede escuchar dos voces, la del ego y la del Espíritu Santo.
Si escucha y sigue los dictados de la voz del ego decimos que la mente es errónea, pues el ego no sabe nada.
El mundo que percibe la mente errónea es mundo hostil, donde impera el sufrimiento, la soledad y la muerte.
Si escuchamos la voz del Espíritu Santo, decimos que la mente es recta, pues el Espíritu Santo lo sabe todo, ya que conoce perfectamente  tanto el ámbito de lo ilusorio como lo Real, y lo que percibe la mente recta se llama el mundo real.
El mundo real también es una ilusión, la última, pues es una ilusión en línea con la naturaleza divina en términos de inocencia, paz y amor.
El mundo percibido es una proyección de la mente individualizada que proyecta su particular visión de la separación, por eso es siempre la lección perfecta que esa mente debe aprender, es decir: perdonar.
La mente puede proyectar su separación en el mundo ilusorio  externo, lo percibirá como un ataque a su ego, y lo llamará conflicto.
La mente puede proyectar su separación en el mundo ilusorio  íntimo, lo percibirá como un ataque a su cuerpo, y lo llamará enfermedad.
Aprender y perdonar son lo mismo.
Perdonar y sanar son lo mismo.
Perdonar es entregar toda situación de conflicto al Espíritu Santo para que la gestione. El Espíritu Santo siempre resuelve todo conflicto con el máximo beneficio para todas las partes.
Todo conflicto es un símbolo específico de separación. Cuando ese símbolo es perdonado la mente sana ese aspecto de la separación, la lección ha sido aprendida y ya no vuelve a ser proyectada. Así, a partir de entonces ese conflicto ya no es percibido.
Cuando se perdona un conflicto la situación que lo expresa se percibe de manera diferente, se ha cambiado una ilusión por otra. Eso es un milagro.
Todo conflicto que no se perdone, se repite, es decir: vuelve a ser proyectado y percibido de nuevo, ofreciéndose una vez más la oportunidad de perdonarlo.
El comportamiento es automático y no puede ser controlado. Es simplemente la consecuencia de escuchar a la voz del ego o a la del Espíritu Santo.
La mente tiene la libertad de elegir qué voz escucha; la del ego, o la del Espíritu Santo.
Para escuchar la voz del Espíritu Santo es imprescindible, purificar, vigilar la mente, y disciplinarla con un firme propósito y una devoción sincera.
Un curso de milagros es un curso de entrenamiento mental que tiene como objetivo conducir  a la mente errónea de forma eficiente y rápida al mundo real. Y con eso se acaba el aprendizaje, pues a partir de ahí, el paso de despertar la mente a la Realidad, lo da Dios.

-o0o-


sábado, 16 de julio de 2016

El Centramiento

EL CENTRAMIENTO


Me resulta imposible hablar del centramiento sin mencionar a Antonio Blay, mi querido maestro de quien lo aprendí, primero como una técnica, y luego como una forma de vivir.
El centramiento debe ser la posición natural de la mente cuando no se está meditando.
Cuando no se está centrado, se está descentrado.

Estar centrado es responsabilizarse absolutamente de todo aspecto mental, afectivo y energético de nuestra conciencia de ser, y expresarlo al límite de nuestras capacidades SIEMPRE.

Antonio Blay decía que Dios, o lo Superior, como él lo llamaba para evitar posibles rechazos en determinados ámbitos culturales, puede entenderse como la expresión absoluta de tres aspectos: ENERGÍA , AMOR e INTELIGENCIA.

El ser humano vive, sin embargo, una expresión limitada de esas mismas cualidades que se encuentran en Dios de una manera infinita. La autorealización consiste en la superación de esas limitaciones hasta actualizar en sí mismo la misma naturaleza divina.

No se trata de convertir al hombre en un superhombre (superego), sino que, mediante una honesta y genuina aspiración, ir eliminando las ideas auto limitadoras por las que el ego se define.

Podemos recordar aquí el pensamiento de Ortega y Gasset que dice: "Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión".

A esta tarea de actualización de la verdadera naturaleza humana, Antonio lo llamaba “El trabajo”.

Antonio utilizaba la evocación como la técnica clave para conseguir la expansión de la conciencia y la experiencia de lo absoluto.

Mediante la evocación de experiencias pasadas relativas a la triada, ENERGÍA, AMOR e INTELIGENCIA, y su expansión consciente, el individuo se vuelve más potente, más amoroso e inteligente.

El centramiento comienza con una técnica mental muy específica que podemos sintetizar así:


  •          Evocamos una experiencia relacionada con una gran energía, por ejemplo el poder que se siente en la pista de un aeropuerto al lado de los motores de un avión a punto de despegar. Tomamos conciencia de esa energía y, olvidando al avión, nos quedamos con la sensación de energía de dicha experiencia. La sostenemos en la mente, nos familiarizamos con ella, y la expandimos todo lo que podemos. Entonces nos identificamos con ella y la hacemos propia. Yo soy eso, Yo soy PODER.
  •          Luego evocamos una experiencia afectiva que haya suscitado en nosotros un gran amor. Probablemente lo más fácil sea el recuerdo de alguien a quien amemos mucho o hayamos amado. De la misma manera anterior, expandimos la experiencia en nuestra conciencia, ahora ya sin relacionarla con alguien concreto, y la hacemos nuestra. Yo soy eso, yo soy AMOR.
  •          Finalmente la inteligencia. Quizás la más difícil. Aquí tenemos que evocar un instante de certeza en el hayamos experimentado una verdad, un descubrimiento, aunque sea pequeño. No es sensación ni sentimiento, lo solemos llamar lucidez mental. Y de igual manera, nos desprendemos del concepto concreto que nos trajo esa luz, e intentamos mantener esa experiencia estrictamente mental. En esta ocasión no hace falta expandirla, basta con mantenerla en el tiempo unos segundos y ella misma nos arrebata y eleva. Yo soy INTELIGENCIA.

Quizás la mayor aportación de Antonio fue identificar la conciencia de ser como la triada de ENERGÍA-AMOR-INTELIGENCIA, que en los humanos es limitada, y en Dios es absoluta, ilimitada, eterna.

Aquí una bonita meditación guiada por el propio Antonio.

Lo más importante de todo es darse cuenta de que, una vez conseguido el estado de “conciencia de ser”, hay que mantenerlo siempre, se haga lo que se haga. Esa es la manera apropiada de vivir. La manera consciente y responsable. Todo lo que no sea eso, es estar perdido en ensoñaciones y fantasías sin sentido.


La conciencia del ser trío se puede y debe expresar perfectamente en la acción, en la que nos manifestamos como poderosos, amorosos y lúcidos. Así, debemos estar centrados cuando caminamos, conducimos, realizamos cualquier tipo de actividad, y sobre todo, sobre todo, en las relaciones interpersonales. Cuando la vida se vive así, es más intensa, más satisfactoria, con más sentido, en definitiva: más real. Una vida que sí merece la pena ser vivida.

jueves, 14 de julio de 2016

Breve guía de meditación

BREVE GUÍA DE MEDITACIÓN



Meditar es concentrar la mente en algo de manera continuada aplicando una técnica específica.
No vivimos en el mundo, vivimos en nuestras mentes. Por eso, controlar la mente es controlar la vida. Resulta fácil aceptar que la idea que tenemos sobre nosotros mismos, nuestro ego, no es lo que verdaderamente somos. La meditación nos ayuda a transcender todo ese conjunto de creencias para alcanzar la experiencia del verdadero conocimiento de nuestra identidad espiritual.
Los seres humanos acostumbramos a vivir hipnotizados, sumergidos en un sueño de respuestas automáticas ocasionadas por patrones derivados de experiencias pasadas. Eso provoca reacciones inmediatas a los estímulos. Lo habitual es REACCIONAR. La práctica de la meditación proporciona una pequeña pero valiosísima fracción de tiempo para ejercer la libertad de elección,  y en vez de reaccionar, RESPONDER.
En la sociedad en la que nos ha tocado vivir, donde todo es rápidamente convertido en un producto de consumo, en el que impera la frivolidad y el culto a lo banal y las modas son ley, conviene recordar las palabras del gran maestro Nisargadatta:

La meditación es un intento deliberado de penetrar en los estados más altos de la consciencia y finalmente ir más allá de ella. El arte de la meditación es el arte de cambiar el foco de la atención hacia niveles cada vez más sutiles sin perder el control sobre los niveles dejados atrás. En cierto modo es como tener a la muerte bajo control. Uno comienza con los niveles más bajos: las circunstancias sociales, las costumbres y los hábitos; el ambiente físico, la postura y la respiración del cuerpo; los sentidos, sus sensaciones y percepciones; la mente, sus pensamientos y emociones; hasta que se toma posesión de todo el mecanismo de la personalidad. El último estadio de la meditación se alcanza cuando el sentido de identidad va más allá del «yo soy eso o lo otro», más allá del «así soy yo», más allá del «yo soy solo el testigo», más allá del «hay», más allá de todas las ideas, hasta adentrarse en ser puro, impersonalmente personal. Pero tienes que ser enérgico cuando emprendes el camino de la meditación. Definitivamente no es una ocupación a tiempo parcial. Limita tus actividades a las necesidades más esenciales para ti y los que dependen de ti. Guarda todo tu tiempo y energías para romper la pared que tu mente ha construido alrededor tuyo. Créeme, no lo lamentarás.

BENEFICIOS

La meditación proporciona múltiples beneficios. Al ser una técnica para controlar e integrar la mente sus beneficios se extienden al cuerpo, que en definitiva es una proyección de la misma mente.

Beneficios para el cuerpo

  • Disminuye la presión sanguínea.
  • Disminuye los niveles de lactato en sangre, reduciendo los ataques de ansiedad.
  • Disminuye los dolores relacionados con la tensión como: ciertos dolores de cabeza, úlceras, insomnio, problemas musculares y de articulaciones.
  • Aumenta la producción de serotonina, lo que mejora el humor y el comportamiento.
  • Mejora el sistema inmunológico.
  • Aumenta la energía y el tono vital.
  • Y más.

Beneficios para la mente

  • Disminuye la ansiedad.
  • Mejora la estabilidad emocional.
  • Aumenta la creatividad.
  • Aumenta la conciencia de ser y la dicha que ello conlleva.
  • Desarrolla la intuición y la memoria.
  • Incrementa la claridad y la paz mental.
  • Y más.

TIEMPO

Aun cuando todas las rutinas son peligrosas, pues privan a la vida de su espontaneidad, es conveniente meditar todos los días.

Se puede meditar a cualquier hora del día, y tantas veces, y durante tanto tiempo como se desee. Sin embargo, no es conveniente encerrarse en la mente con una actitud escapista, pues las auténticas lecciones que tenemos que aprender están ahí fuera y vienen de la mano del hermano. La meditación nos proporcionará las herramientas para usarlas en la vida relacional.

Los momentos más convenientes para meditar son:

A primera hora de la mañana y después de haberse despertado completamente. Si se tiene la costumbre de tomar café o té, está bien meditar después de tomarlos, pero no después de un desayuno copioso.

A última hora de la tarde, después de la jornada laboral, y antes de cenar.

Antes de acostarse. En este caso se recomienda una meditación breve y devocional.

Una meditación de 5 minutos se considera breve, de 20 minutos, media, y de 40 minutos o más, larga.


Una manera sencilla y agradable de medir el tiempo de meditación es con bastoncitos de incienso. Medio bastoncillo por la mañana y medio por la tarde es una medida de tiempo suficiente y equilibrada.

LUGAR

El lugar elegido debe procurar el aislamiento sensorial de vista, oído y olfato, por lo que deberá hacerse en un lugar cerrado, sin corrientes de aire, silencioso, y sin fuertes olores. 

Meditando al aire libre, en plena naturaleza, difícilmente se conseguirá una concentración efectiva.

ESTADO

No se debe meditar después de haber comido, pues entonces la sangre se dirige al estómago para favorecer la digestión, privándola del cerebro.

Si se está enfermo, dolorido, ansioso, triste, deprimido o cualquier otro estado negativo, bien sea físico, emocional o mental, no solo se puede meditar, sino que es entonces cuando más necesidad hay de meditar. Todos ellos son estados de la mente descarriada, y es fundamental ponerla en el buen camino. En tal caso, se tomarán los estados físicos, las emociones o los miedos, de manera idéntica a como se trata cualquier otra idea que surja durante la meditación, es decir, se perdonarán y se dejarán pasar con absoluto desapego, reconociendo que el testigo de semejantes insensateces no tiene nada que ver con las mismas. No se luchará contra ellas. La curación proviene del reconocimiento de que la mente realmente está sana, pero sueña pesadillas. Es una práctica difícil, porque la mente ya parte de una posición de identificación total con la idea de enfermedad, pero merece muchísimo la pena. El grado de éxito depende de la determinación y confianza que se ponga. Con la práctica se consiguen resultados sorprendentes. Conviene construir la confianza trabajando al principio con situaciones negativas leves.

COMPAÑÍA

Se puede meditar en compañía de otras personas, de hecho es beneficioso, la afinidad espiritual favorece la concentración.

No se debe meditar en presencia de animales, tienen mentes sustancialmente diferentes a las nuestras.

POSTURA

Se puede meditar correctamente tanto en una silla como en un cojín de meditación. Es conveniente tener la espalda apoyada en el respaldo o en una pared y ayudarse de un cojín lumbar.

Si estamos sentados en un sofá, conviene elevar la posición con un cojín adicional, para que las rodillas estén más bajas que el resto del cuerpo.

La meditación Zen, sin apoyos y con los ojos abiertos, es fatigosa para los occidentales, y no proporciona beneficios adicionales.

Es fundamental mantener la columna vertebral absolutamente recta.

La postura más conveniente nos lo dictará la práctica. Será aquella que nos permita estar el mayor tiempo cómodos y en concentración profunda.

MUDRAS

Los mudras o cerraduras energéticas, son muy importantes y evitan que la energía se disperse. Hay mucha confusión en el mundo del yoga al respecto, pues se piensa que para meditar hay que hacer gestos esotéricos con los dedos. El meditador occidental normal no se beneficiará de tales prácticas. Al contrario, le distraerán.

Los mudras realmente efectivos son los que cierran los circuitos energéticos básicos.
  • Las manos deben tocarse. Una mano descansa levemente sobre otra, no importa cuál.
  • Si estamos sentados en una silla, los pies deberán tocarse. Sentados en un cojín de meditación, las piernas descansan naturalmente cruzadas y no hay que hacer nada más.
  • Cuando retengamos aire, bajaremos levemente la cabeza para cerrar la glotis, lo que permitirá retener aire sin esfuerzo.

RELAJACIÓN

Es necesario procurar al máximo la relajación muscular, poniendo especial énfasis en la barriga, la lengua, las mandíbulas y los párpados.

La ropa deberá ser cómoda y no oprimir la cintura.

Aún más importante es la relajación emocional. Para ello, tomaremos conciencia de aquello que nos agobia y nos daremos permiso para dejarlo de lado durante la meditación.

RESPIRACIÓN

Tras sentarnos de la manera adecuada y aflojar tensiones, siempre resulta conveniente dedicar un rato a hacer una respiración consciente. Ayuda, y mucho, a calmar la mente.
Siempre inspiramos y espiramos por la nariz, y mantenemos la boca cerrada y sin tensión.
Intentamos que las respiraciones sean profundas y completas, comenzando por la parte baja de los pulmones. Comprobaremos que lo hacemos bien si al inspirar notamos que la barriga sale hacia afuera.

Hay un sinnúmero de técnicas diferentes de respiración, a continuación dos básicas:

ENERGÉTICA. (Previa a la concentración. Es energética y calma la mente)
  • Inspiración profunda en 4  tiempos. Con la cabeza levantada.
  • Retención de 12 (10 u 8 si 12 resulta dificultoso) tiempos. Bajando la cabeza y cerrando la glotis.
  • Espiración en 8 tiempos. Levantando la cabeza y abriendo la glotis.


Durante esta meditación la mente se concentra en contar el tiempo 4-12-8 Se repite 6 veces.

REGULAR. Es la respiración que mantenemos a lo largo de toda la meditación. Inspiramos y espiramos por la nariz de manera profunda, suave y regular.

TIPOS

Toda meditación consiste en concentrar la mente de una manera determinada procurando parar el diálogo interno para conseguir  el silencio mental. Es inevitable que en el proceso surjan ideas y pensamientos elaborados que secuestren la mente en sus fantasías. Cuando el meditador toma conciencia de ello, simplemente vuelve a aplicar tranquilamente la técnica preestablecida sin culparse por ello, es decir, perdona las ideas, las deja pasar sin sentirse culpable en absoluto de haberlas tenido. Sabe que, pase lo que pase, está haciendo lo máximo que puede en ese momento.


Cuando el meditador descubre que se ha perdido en fantasías durante la meditación, debe alegrarse e identificarse con ese pequeño despertar. Ese momento es crucial. Si se consigue mantener en la conciencia la pura idea del despertar, se produce una expansión de la conciencia que trae inmensos beneficios difíciles de explicar en esta breve guía.

En todos los casos es conveniente tener los ojos cerrados y situar la atención en el entrecejo.

Hay infinidad de técnicas de meditación, a continuación algunas especialmente interesantes.

CONCENTRACIÓN EN LA RESPIRACIÓN. Esta es quizás la meditación más básica y efectiva para principiantes (y otros). Consiste en concentrar la mente en la inspiración y espiración suave y regular, sin retención. Es conveniente contar las respiraciones de 1 a 10, y luego empezar de nuevo. Aumenta la capacidad de concentración de la mente y la aquieta de forma muy efectiva.

MEDITACIÓN CON MANTRA. Consiste en repetir un sonido un número de veces, con frecuencia apoyándose en un mala (rosario indio). Es una meditación muy efectiva para purificar y calmar la mente, además es  muy fácil de sostener. La mente ha de concentrarse en el sonido, más que en el significado. Desde el clásico Om mani padme jum, hasta el Ave María. Cualquiera con el que el meditador se sienta a gusto vale. El nombre de Dios es un mantra especialmente poderoso.

TRATAKA. Consiste en concentrarse en un sólo punto, tal como un objeto pequeño, punto negro o la llama de un vela. La vela es el método más efectivo. Se practica en una habitación completamente a oscuras. Se dispone una vela a la altura de los ojos y a la distancia de un brazo extendido. Se mira a la vela fijamente durante unos segundos y después se cierran los ojos y se contempla la imagen posretiniana de la vela, que va cambiando de color hasta que desaparece. Se abren de nuevo los ojos y se repite el proceso entre 3 y 5 veces. Es una meditación muy energética que ayuda mucho a concentrar la mente y fortalece la memoria. Conviene hacerla por las mañanas.

MEDITACIÓN CONCEPTUAL. Aquí el meditador trae a su mente un concepto principal y lo considera brevemente para después hacer silencio mental, dejando que la mente resuene profundamente con esa idea y entre a formar parte de los conceptos básicos que rigen su vida.

MEDITACIÓN EN EL “YO SOY”. Es la más simple y la más difícil, pues es altamente abstracta. El meditador toma conciencia de ser sin atributos y se instala como testigo en la presencia pura. En realidad se trata simplemente de instalarse en la conciencia de uno mismo, podríamos decir: identificarse con la propia identidad.
Cuando se ha conseguido dominar esta técnica se pasa a la siguiente fase, aún más difícil, y que consiste en transcender la conciencia del “yo soy”, la conciencia del testigo, e identificarse con el campo de pura conciencia del cual esta nace.
Esta meditación es la base del “centramiento”, y que básicamente consiste en vivir todas las actividades del día desde la conciencia del “yo soy”. Una condición que debiera ser natural, pero que resulta anormal en nuestra sociedad actual, en la que el individuo vive proyectado y perdido en deseos y temores. Hablamos sobre el centramiento en una guía específica.

MEDITACIÓN EN LA PRESENCIA DE DIOS. Parecida a la anterior pero más emocional. El meditador abandona todo concepto, toda consideración, y se rinde y se abre a lo superior. Retira incluso la conciencia de sí mismo para que Dios inunde la mente con su presencia. Si se tiene éxito, la experiencia es impagable. En cualquier caso, todo esfuerzo en esa dirección merece la pena.

PROCESO DE MEDITACIÓN

  • Postura
  • Relajación
  • Respiración
  • Concentración

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domingo, 10 de julio de 2016

Lección 192 simplificada

LECCIÓN 192


Dios solo quieres que vuelvas a tomar conciencia de que eres uno con Él compartiendo su infinito amor.

Sin embargo, vives en la ilusión y crees que eres un cuerpo condenado a morir. Por eso, en este mundo ilusorio tienes una función muy específica que te ayudará a despertar a ti y a tus hermanos.
Esa función es el perdón, la herramienta que te permitirá abandonar el mundo de las ilusiones.

Dios creó al Espíritu Santo como Maestro del perdón para inducir en su Hijo dormido sueños felices que le conduzcan a despertar.

Mediante el perdón se supera la culpabilidad, la ira y el miedo a la muerte, y el cuerpo se percibe como un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje ha terminado.

Solo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. Entonces el miedo se acaba, la ira es imposible, la mente sana y se libera de su dolor.

Mediante el perdón liberamos a nuestros hermanos y al mundo de nuestros juicios, y así nosotros nos liberamos también.

Cada vez que sientas que has sido atacado, alégrate, pues se trata de un hermano que te está ofreciendo la oportunidad de tu propia liberación a través del perdón. Esa es tu única función aquí en la Tierra.

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miércoles, 6 de julio de 2016

¡Basta de quejarse!

Lamentarse no tiene sentido. ¿Para qué te lamentas? ¿Qué pretendes conseguir? Responder a estas preguntas con honestidad es muy importante, pues nos permite ver la sinrazón de semejante actitud. Toda idea que traigamos a la mente se refuerza. La lamentación es el sufrimiento psicológico de aquél que se percibe como víctima o verdugo de una situación en la que reconoce que algo ha ido mal, es decir: en desacuerdo con sus expectativas o deseos. Ahondar en la herida nunca sana –la hace más grande. Por eso, ni nos reprochamos nuestro mal hacer, ni nos quejamos por supuestas afrentas. La actitud correcta de la mente es siempre la afirmación positiva: alegrarse de lo bueno, o de lo bien hecho, para reforzarlo en nuestra mente, y perdonar o perdonarnos lo malo, y considerarlo simplemente un error.

El camino espiritual está lleno de alegrías, y en él no caben los reproches. Voy a poner un ejemplo:

Mantener la conciencia del “yo soy”, bien sea con los ojos cerrados –meditación, o con los ojos abiertos –centramiento, es una práctica habitual del yoga y otros caminos. Esta conciencia de uno mismo, como testigo de la experiencia o de los propios pensamientos, es constantemente interrumpida por el diálogo interno, que hipnotiza la mente y la hace olvidarse de sí misma. . Cuando despertamos de este trance y nos damos cuenta de que nos hemos quedado dormidos, bien sea absortos en una fantasía, o involucrados en una acción inapropiada –lo son todas las hechas sin conciencia, solemos tener un sentimiento de desazón y reproche. Nos decimos a nosotros mismos “¡otra vez perdido!”, y nos invade una sensación de culpa y torpeza.

Esa no es la actitud adecuada. Es cierto que cometemos errores, y los seguiremos cometiendo hasta nuestro despertar definitivo, pero la culpa, la desazón  y la pesadumbre, no nos ayudarán. Todo lo contrario. Son perversos mecanismos del ego que solo nos retrasarán en el camino, y además harán que este sea más difícil y sombrío.  Como problema adicional, proyectaremos inevitablemente esta culpa en los demás, y veremos insuficiencia y pecado en todas partes.


Hay una manera mejor. Cada vez que nos demos cuenta de que nos hemos quedado dormidos, perdonaremos instantáneamente ese error, lo dejaremos pasar sin considerarlo en absoluto, y celebraremos la vuelta a la cordura y la presencia. Nuestro camino será ahora más feliz, una perpetua celebración del despertar. Constantemente tendremos buenos motivos por los que alegrarnos cuando esto ocurra, y nos invadirá una íntima dicha. Experimentaremos cada vez el gozo, tanto del padre como del hijo, de la parábola del hijo pródigo. Hemos vuelto a casa. Hemos regresado a la conciencia pura que contempla el mundo real. Este hecho puede darse varios cientos de veces al día en la mente del buscador espiritual. ¡Cuántas ocasiones para alegrarse! ¡Cuántas razones para ser feliz!

lunes, 4 de julio de 2016

Importante y urgente

Queridos amigos,

Hoy querría hablaros/hablarme de la urgencia e importancia de mantener constantemente en la mente la idea de Dios. La práctica honesta de una disciplina espiritual tiene que ser consistente en el tiempo y en la forma para progresar en el proceso del despertar de la mente, el regreso a su estado natural. Cuando despertemos, nos daremos cuenta de que no hay que hacer nada, pues lo que en realidad somos siempre ha estado ahí, pero paradójicamente, para llegar a eso hay que hacer mucho, y todo el tiempo. Esa seriedad de nuestra práctica espiritual es la que nos llevará a nuestro objetivo, pues para purificar la mente tenemos que concentrarla en una única dirección, y lo repito: todo el tiempo. El escenario es muy claro. Nuestra mente está escindida en dos partes. Una de ellas vive la idea perversa de que existe separada de todo, en un mundo en el que otras mentes similares compiten para su beneficio particular. Esta mente engañada, cuando se considera a sí misma, concibe un cuerpo, y cuando piensa en “lo otro”, concibe el mundo, ambos símbolos y expresiones de su separación. Pero no es feliz, nunca lo es. A veces, cuando consigue lo que cree desear, está relativamente contenta por un rato, pues en ningún instante puede dejar de temer el perderlo. La otra parte de la mente es la morada del Espíritu Santo, y conoce perfectamente su naturaleza real. Vive en perfecta calma y espera pacientemente el des-engaño de su contraparte. El desasosiego del ego es perfectamente razonable. En realidad está buscando aquello de lo que la mente recta ya dispone, y lo fabrica proyectándolo fuera en diosecillos, que son pálidas y grotescas expresiones de la condición natural del Cielo.

A estas alturas, ya sabéis perfectamente  todo esto, pero quizás no haya penetrado en lo más profundo de la conciencia la imperiosa necesidad de trabajar para solucionar esta situación. Nuestras vidas son patéticas. Sufrimos por nuestra ignorancia. No vivimos en el mundo, vivimos en nuestras mentes, y podemos tener un control total ellas. Para ello, lo primero que hay que hacer es tomar plena conciencia de que efectivamente esa es nuestra situación. Luego hay que tener la firme voluntad de revertirla. Y finalmente hay que decidirse por una determinada disciplina (sadhana) o entrenamiento para enfocar la mente en una sola dirección durante un tiempo. Los estudiantes de Un curso de milagros disponemos de una herramienta perfecta para llevar a cabo este trabajo. Sí, es un trabajo. El único trabajo que merece la pena emprender, el que da más réditos.

Hermanos, os digo/me digo: la tarea es simple. Basta con recordar constantemente quiénes somos en realidad. Somos quien ya dispone de todo lo que el ego realmente anhela, solo que lo busca en el sitio equivocado. Para conseguirlo, es necesario invocar emocionalmente  esa idea trascendental que todos hemos tenido alguna vez de ser algo más que un cuerpo. A veces este ejercicio mental nos resultará difícil, y es entonces el momento de cambiar a su opuesto, que funciona igualmente bien. En lugar de afirmar lo que somos, negaremos lo que no somos. No somos nada de lo que se nos pase por la cabeza, ni la idea más bastarda, ni la más sublime. Somos Dios, y eso es inconcebible, incluso para nuestra mente recta. Es la experiencia de unidad y de existir en el corazón de Dios. En el camino de la negación nos abstendremos de juzgar el mundo de formas y cuerpos. No es necesario que insistamos demasiado en su naturaleza  ilusoria, pues negar la experiencia de la percepción es un ejercicio agotador y casi siempre estéril. Basta con que lo reinterpretemos y perdonemos de manera sistemática. La belleza de un amanecer, el ataque de un hermano, la propia ira o el sufrimiento del mundo; todos son contenidos de nuestra conciencia. No significa que los hayamos creado nosotros, pero sí que hemos decidido cómo experimentarlos, y en consecuencia, cómo reaccionar ante ellos. Esa es nuestra única libertad, la elección entre cuál interpretación elegimos, la del ego o la del Espíritu Santo.

Yendo a lo práctico. Una serie de consejos que ayudan a llevar a buen término  “el trabajo”.

AL EMPEZAR EL DÍA. Es conveniente empezar el día con una breve meditación. Leer la lección del día ayudará a concentrar  la mente en una idea específica. Tenemos la suerte de disponer del Libro de ejercicios, con un lema nuevo para cada día. Es interesante seguir las reglas básicas de la meditación ortodoxa en lo que respecta a postura, relajación, respiración y enfoque mental. Tengo bastante experiencia en eso. Si venís a las reuniones, lo aprenderéis en una sola sesión.

DURANTE EL DÍA. La actitud constante para todo y todo el tiempo, se llama “centramiento”. En realidad, consiste simplemente en ser uno mismo. Es el estado mental de posicionamiento en el “Yo soy”, es decir, yo soy el que es, sin atributos de ninguna clase. El yo soy es testigo permanente de la alocada actividad mental y no se identifica con ella. A la mente acudirán ideas locas, pero el yo soy no se identifica con ellas. Por eso nos decimos: mi mente está preocupada; yo no. Mi mente está deprimida; yo no. Mi cuerpo está enfermo; yo no. Y así sucesivamente con todo lo que se nos pasa por la cabeza y perturba nuestra paz mental. Es el no apego absoluto. Es una declaración de independencia y poder. Reclamamos nuestra legítima herencia como Hijos de Dios y no nos dejamos engañar por el ego. Y así, permanecemos confiados y expectantes a la llamada final de Dios. En realidad consiste en un estado de meditación activa con los ojos abiertos. Así como en la meditación formal “perdonamos” todas las ideas que se nos ocurren, durante el día perdonamos todas nuestras experiencias. Quien piense que esta es una manera escapista y apocada de vivir, le aseguro que no sabe de qué estoy hablando.

La conciencia constante del yo soy tiene dos efectos inmediatos. Por una parte silencia la mente y permite escuchar a la voz del Espíritu Santo de manera inequívoca, lo que lleva siempre a la acción correcta. Ahora sí que podemos relajarnos de verdad. Hemos retirado el control de nuestras vidas a ese loco pervertido y se lo hemos dado a Quien lo sabe todo. La vida transcurre perfecta y se desarrolla por sí misma.  La segunda consecuencia de vivir el yo soy se vive a un nivel energético. Al ir eliminando paulatinamente el diálogo interno, toda la energía empleada en mantenerlo se pone a nuestro disposición a nivel físico, afectivo y mental. Nos volvemos más fuertes en todos los ámbitos. Vemos con claridad, interpretamos rectamente, y nuestras palabras cobran la seguridad de la certeza. Nuestras emociones ya no son interesadas e infantiles, y de la conciencia del yo soy brota una genuina alegría interior instantánea . Ahora somos capaces de amar con honestidad y madurez. Y para concluir, nuestro cuerpo recupera una inexplicable energía física que restaura la salud y la armonía.

Tener instalada en el móvil una aplicación específica ayuda mucho. En español hay dos para Android (lo siento, no tengo un iPhone), que se llaman igual “Un curso de milagros”. La de Chi-Tao te presenta automáticamente la lección correspondiente a ese día del año, y además tiene recordatorios sonoros correspondientes a las horas establecidas en el Libro de ejercicios. La de Miracle-Apps no tiene eso -¡qué pena!- pero se lee mejor y tiene un interesante chat para estudiantes. No ocupan casi nada de memoria, así que podéis tener las dos. Yo uso una como recordatorio, y la otra para leer.  Los que queráis tener aún más recordatorios, usad el temporizador del reloj del teléfono.

ANTES DE ACOSTARSE. Volvemos a recordar a Dios y rezamos. Les entregamos nuestra mente a Jesús y al Espíritu Santo para que trabajen en ella y la sanen mientras dormimos. El día ha concluido y nos vamos tranquilos a la cama sabiendo que hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos por la salvación del mundo.

Como dice el Curso: el mundo está muy cansado. No retrasemos su despertar. Seamos miembros hiperactivos de una cruzada para salvar al mundo…en nuestras mentes. Merece la pena. Nada merece más la pena que esto. Todo lo que no perdonemos, lo repetiremos. No es una amenaza. Es un hecho. Y los beneficios, no ya de despertar, sino simplemente de trabajar en ello, son inmensos. Enseguida percibimos un sentimiento de sentido en nuestras vidas. Ya no se duda. El camino es certero. El final, inevitable. La paz, poco a poco se instala en nuestras mentes, y sin darnos cuenta, empezamos a sonreír.

Con todo mi cariño.


Gonzalo