sábado, 16 de julio de 2016

El Centramiento

EL CENTRAMIENTO


Me resulta imposible hablar del centramiento sin mencionar a Antonio Blay, mi querido maestro de quien lo aprendí, primero como una técnica, y luego como una forma de vivir.
El centramiento debe ser la posición natural de la mente cuando no se está meditando.
Cuando no se está centrado, se está descentrado.

Estar centrado es responsabilizarse absolutamente de todo aspecto mental, afectivo y energético de nuestra conciencia de ser, y expresarlo al límite de nuestras capacidades SIEMPRE.

Antonio Blay decía que Dios, o lo Superior, como él lo llamaba para evitar posibles rechazos en determinados ámbitos culturales, puede entenderse como la expresión absoluta de tres aspectos: ENERGÍA , AMOR e INTELIGENCIA.

El ser humano vive, sin embargo, una expresión limitada de esas mismas cualidades que se encuentran en Dios de una manera infinita. La autorealización consiste en la superación de esas limitaciones hasta actualizar en sí mismo la misma naturaleza divina.

No se trata de convertir al hombre en un superhombre (superego), sino que, mediante una honesta y genuina aspiración, ir eliminando las ideas auto limitadoras por las que el ego se define.

Podemos recordar aquí el pensamiento de Ortega y Gasset que dice: "Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión".

A esta tarea de actualización de la verdadera naturaleza humana, Antonio lo llamaba “El trabajo”.

Antonio utilizaba la evocación como la técnica clave para conseguir la expansión de la conciencia y la experiencia de lo absoluto.

Mediante la evocación de experiencias pasadas relativas a la triada, ENERGÍA, AMOR e INTELIGENCIA, y su expansión consciente, el individuo se vuelve más potente, más amoroso e inteligente.

El centramiento comienza con una técnica mental muy específica que podemos sintetizar así:


  •          Evocamos una experiencia relacionada con una gran energía, por ejemplo el poder que se siente en la pista de un aeropuerto al lado de los motores de un avión a punto de despegar. Tomamos conciencia de esa energía y, olvidando al avión, nos quedamos con la sensación de energía de dicha experiencia. La sostenemos en la mente, nos familiarizamos con ella, y la expandimos todo lo que podemos. Entonces nos identificamos con ella y la hacemos propia. Yo soy eso, Yo soy PODER.
  •          Luego evocamos una experiencia afectiva que haya suscitado en nosotros un gran amor. Probablemente lo más fácil sea el recuerdo de alguien a quien amemos mucho o hayamos amado. De la misma manera anterior, expandimos la experiencia en nuestra conciencia, ahora ya sin relacionarla con alguien concreto, y la hacemos nuestra. Yo soy eso, yo soy AMOR.
  •          Finalmente la inteligencia. Quizás la más difícil. Aquí tenemos que evocar un instante de certeza en el hayamos experimentado una verdad, un descubrimiento, aunque sea pequeño. No es sensación ni sentimiento, lo solemos llamar lucidez mental. Y de igual manera, nos desprendemos del concepto concreto que nos trajo esa luz, e intentamos mantener esa experiencia estrictamente mental. En esta ocasión no hace falta expandirla, basta con mantenerla en el tiempo unos segundos y ella misma nos arrebata y eleva. Yo soy INTELIGENCIA.

Quizás la mayor aportación de Antonio fue identificar la conciencia de ser como la triada de ENERGÍA-AMOR-INTELIGENCIA, que en los humanos es limitada, y en Dios es absoluta, ilimitada, eterna.

Aquí una bonita meditación guiada por el propio Antonio.

Lo más importante de todo es darse cuenta de que, una vez conseguido el estado de “conciencia de ser”, hay que mantenerlo siempre, se haga lo que se haga. Esa es la manera apropiada de vivir. La manera consciente y responsable. Todo lo que no sea eso, es estar perdido en ensoñaciones y fantasías sin sentido.


La conciencia del ser trío se puede y debe expresar perfectamente en la acción, en la que nos manifestamos como poderosos, amorosos y lúcidos. Así, debemos estar centrados cuando caminamos, conducimos, realizamos cualquier tipo de actividad, y sobre todo, sobre todo, en las relaciones interpersonales. Cuando la vida se vive así, es más intensa, más satisfactoria, con más sentido, en definitiva: más real. Una vida que sí merece la pena ser vivida.

jueves, 14 de julio de 2016

Breve guía de meditación

BREVE GUÍA DE MEDITACIÓN



Meditar es concentrar la mente en algo de manera continuada aplicando una técnica específica.
No vivimos en el mundo, vivimos en nuestras mentes. Por eso, controlar la mente es controlar la vida. Resulta fácil aceptar que la idea que tenemos sobre nosotros mismos, nuestro ego, no es lo que verdaderamente somos. La meditación nos ayuda a transcender todo ese conjunto de creencias para alcanzar la experiencia del verdadero conocimiento de nuestra identidad espiritual.
Los seres humanos acostumbramos a vivir hipnotizados, sumergidos en un sueño de respuestas automáticas ocasionadas por patrones derivados de experiencias pasadas. Eso provoca reacciones inmediatas a los estímulos. Lo habitual es REACCIONAR. La práctica de la meditación proporciona una pequeña pero valiosísima fracción de tiempo para ejercer la libertad de elección,  y en vez de reaccionar, RESPONDER.
En la sociedad en la que nos ha tocado vivir, donde todo es rápidamente convertido en un producto de consumo, en el que impera la frivolidad y el culto a lo banal y las modas son ley, conviene recordar las palabras del gran maestro Nisargadatta:

La meditación es un intento deliberado de penetrar en los estados más altos de la consciencia y finalmente ir más allá de ella. El arte de la meditación es el arte de cambiar el foco de la atención hacia niveles cada vez más sutiles sin perder el control sobre los niveles dejados atrás. En cierto modo es como tener a la muerte bajo control. Uno comienza con los niveles más bajos: las circunstancias sociales, las costumbres y los hábitos; el ambiente físico, la postura y la respiración del cuerpo; los sentidos, sus sensaciones y percepciones; la mente, sus pensamientos y emociones; hasta que se toma posesión de todo el mecanismo de la personalidad. El último estadio de la meditación se alcanza cuando el sentido de identidad va más allá del «yo soy eso o lo otro», más allá del «así soy yo», más allá del «yo soy solo el testigo», más allá del «hay», más allá de todas las ideas, hasta adentrarse en ser puro, impersonalmente personal. Pero tienes que ser enérgico cuando emprendes el camino de la meditación. Definitivamente no es una ocupación a tiempo parcial. Limita tus actividades a las necesidades más esenciales para ti y los que dependen de ti. Guarda todo tu tiempo y energías para romper la pared que tu mente ha construido alrededor tuyo. Créeme, no lo lamentarás.

BENEFICIOS

La meditación proporciona múltiples beneficios. Al ser una técnica para controlar e integrar la mente sus beneficios se extienden al cuerpo, que en definitiva es una proyección de la misma mente.

Beneficios para el cuerpo

  • Disminuye la presión sanguínea.
  • Disminuye los niveles de lactato en sangre, reduciendo los ataques de ansiedad.
  • Disminuye los dolores relacionados con la tensión como: ciertos dolores de cabeza, úlceras, insomnio, problemas musculares y de articulaciones.
  • Aumenta la producción de serotonina, lo que mejora el humor y el comportamiento.
  • Mejora el sistema inmunológico.
  • Aumenta la energía y el tono vital.
  • Y más.

Beneficios para la mente

  • Disminuye la ansiedad.
  • Mejora la estabilidad emocional.
  • Aumenta la creatividad.
  • Aumenta la conciencia de ser y la dicha que ello conlleva.
  • Desarrolla la intuición y la memoria.
  • Incrementa la claridad y la paz mental.
  • Y más.

TIEMPO

Aun cuando todas las rutinas son peligrosas, pues privan a la vida de su espontaneidad, es conveniente meditar todos los días.

Se puede meditar a cualquier hora del día, y tantas veces, y durante tanto tiempo como se desee. Sin embargo, no es conveniente encerrarse en la mente con una actitud escapista, pues las auténticas lecciones que tenemos que aprender están ahí fuera y vienen de la mano del hermano. La meditación nos proporcionará las herramientas para usarlas en la vida relacional.

Los momentos más convenientes para meditar son:

A primera hora de la mañana y después de haberse despertado completamente. Si se tiene la costumbre de tomar café o té, está bien meditar después de tomarlos, pero no después de un desayuno copioso.

A última hora de la tarde, después de la jornada laboral, y antes de cenar.

Antes de acostarse. En este caso se recomienda una meditación breve y devocional.

Una meditación de 5 minutos se considera breve, de 20 minutos, media, y de 40 minutos o más, larga.


Una manera sencilla y agradable de medir el tiempo de meditación es con bastoncitos de incienso. Medio bastoncillo por la mañana y medio por la tarde es una medida de tiempo suficiente y equilibrada.

LUGAR

El lugar elegido debe procurar el aislamiento sensorial de vista, oído y olfato, por lo que deberá hacerse en un lugar cerrado, sin corrientes de aire, silencioso, y sin fuertes olores. 

Meditando al aire libre, en plena naturaleza, difícilmente se conseguirá una concentración efectiva.

ESTADO

No se debe meditar después de haber comido, pues entonces la sangre se dirige al estómago para favorecer la digestión, privándola del cerebro.

Si se está enfermo, dolorido, ansioso, triste, deprimido o cualquier otro estado negativo, bien sea físico, emocional o mental, no solo se puede meditar, sino que es entonces cuando más necesidad hay de meditar. Todos ellos son estados de la mente descarriada, y es fundamental ponerla en el buen camino. En tal caso, se tomarán los estados físicos, las emociones o los miedos, de manera idéntica a como se trata cualquier otra idea que surja durante la meditación, es decir, se perdonarán y se dejarán pasar con absoluto desapego, reconociendo que el testigo de semejantes insensateces no tiene nada que ver con las mismas. No se luchará contra ellas. La curación proviene del reconocimiento de que la mente realmente está sana, pero sueña pesadillas. Es una práctica difícil, porque la mente ya parte de una posición de identificación total con la idea de enfermedad, pero merece muchísimo la pena. El grado de éxito depende de la determinación y confianza que se ponga. Con la práctica se consiguen resultados sorprendentes. Conviene construir la confianza trabajando al principio con situaciones negativas leves.

COMPAÑÍA

Se puede meditar en compañía de otras personas, de hecho es beneficioso, la afinidad espiritual favorece la concentración.

No se debe meditar en presencia de animales, tienen mentes sustancialmente diferentes a las nuestras.

POSTURA

Se puede meditar correctamente tanto en una silla como en un cojín de meditación. Es conveniente tener la espalda apoyada en el respaldo o en una pared y ayudarse de un cojín lumbar.

Si estamos sentados en un sofá, conviene elevar la posición con un cojín adicional, para que las rodillas estén más bajas que el resto del cuerpo.

La meditación Zen, sin apoyos y con los ojos abiertos, es fatigosa para los occidentales, y no proporciona beneficios adicionales.

Es fundamental mantener la columna vertebral absolutamente recta.

La postura más conveniente nos lo dictará la práctica. Será aquella que nos permita estar el mayor tiempo cómodos y en concentración profunda.

MUDRAS

Los mudras o cerraduras energéticas, son muy importantes y evitan que la energía se disperse. Hay mucha confusión en el mundo del yoga al respecto, pues se piensa que para meditar hay que hacer gestos esotéricos con los dedos. El meditador occidental normal no se beneficiará de tales prácticas. Al contrario, le distraerán.

Los mudras realmente efectivos son los que cierran los circuitos energéticos básicos.
  • Las manos deben tocarse. Una mano descansa levemente sobre otra, no importa cuál.
  • Si estamos sentados en una silla, los pies deberán tocarse. Sentados en un cojín de meditación, las piernas descansan naturalmente cruzadas y no hay que hacer nada más.
  • Cuando retengamos aire, bajaremos levemente la cabeza para cerrar la glotis, lo que permitirá retener aire sin esfuerzo.

RELAJACIÓN

Es necesario procurar al máximo la relajación muscular, poniendo especial énfasis en la barriga, la lengua, las mandíbulas y los párpados.

La ropa deberá ser cómoda y no oprimir la cintura.

Aún más importante es la relajación emocional. Para ello, tomaremos conciencia de aquello que nos agobia y nos daremos permiso para dejarlo de lado durante la meditación.

RESPIRACIÓN

Tras sentarnos de la manera adecuada y aflojar tensiones, siempre resulta conveniente dedicar un rato a hacer una respiración consciente. Ayuda, y mucho, a calmar la mente.
Siempre inspiramos y espiramos por la nariz, y mantenemos la boca cerrada y sin tensión.
Intentamos que las respiraciones sean profundas y completas, comenzando por la parte baja de los pulmones. Comprobaremos que lo hacemos bien si al inspirar notamos que la barriga sale hacia afuera.

Hay un sinnúmero de técnicas diferentes de respiración, a continuación dos básicas:

ENERGÉTICA. (Previa a la concentración. Es energética y calma la mente)
  • Inspiración profunda en 4  tiempos. Con la cabeza levantada.
  • Retención de 12 (10 u 8 si 12 resulta dificultoso) tiempos. Bajando la cabeza y cerrando la glotis.
  • Espiración en 8 tiempos. Levantando la cabeza y abriendo la glotis.


Durante esta meditación la mente se concentra en contar el tiempo 4-12-8 Se repite 6 veces.

REGULAR. Es la respiración que mantenemos a lo largo de toda la meditación. Inspiramos y espiramos por la nariz de manera profunda, suave y regular.

TIPOS

Toda meditación consiste en concentrar la mente de una manera determinada procurando parar el diálogo interno para conseguir  el silencio mental. Es inevitable que en el proceso surjan ideas y pensamientos elaborados que secuestren la mente en sus fantasías. Cuando el meditador toma conciencia de ello, simplemente vuelve a aplicar tranquilamente la técnica preestablecida sin culparse por ello, es decir, perdona las ideas, las deja pasar sin sentirse culpable en absoluto de haberlas tenido. Sabe que, pase lo que pase, está haciendo lo máximo que puede en ese momento.


Cuando el meditador descubre que se ha perdido en fantasías durante la meditación, debe alegrarse e identificarse con ese pequeño despertar. Ese momento es crucial. Si se consigue mantener en la conciencia la pura idea del despertar, se produce una expansión de la conciencia que trae inmensos beneficios difíciles de explicar en esta breve guía.

En todos los casos es conveniente tener los ojos cerrados y situar la atención en el entrecejo.

Hay infinidad de técnicas de meditación, a continuación algunas especialmente interesantes.

CONCENTRACIÓN EN LA RESPIRACIÓN. Esta es quizás la meditación más básica y efectiva para principiantes (y otros). Consiste en concentrar la mente en la inspiración y espiración suave y regular, sin retención. Es conveniente contar las respiraciones de 1 a 10, y luego empezar de nuevo. Aumenta la capacidad de concentración de la mente y la aquieta de forma muy efectiva.

MEDITACIÓN CON MANTRA. Consiste en repetir un sonido un número de veces, con frecuencia apoyándose en un mala (rosario indio). Es una meditación muy efectiva para purificar y calmar la mente, además es  muy fácil de sostener. La mente ha de concentrarse en el sonido, más que en el significado. Desde el clásico Om mani padme jum, hasta el Ave María. Cualquiera con el que el meditador se sienta a gusto vale. El nombre de Dios es un mantra especialmente poderoso.

TRATAKA. Consiste en concentrarse en un sólo punto, tal como un objeto pequeño, punto negro o la llama de un vela. La vela es el método más efectivo. Se practica en una habitación completamente a oscuras. Se dispone una vela a la altura de los ojos y a la distancia de un brazo extendido. Se mira a la vela fijamente durante unos segundos y después se cierran los ojos y se contempla la imagen posretiniana de la vela, que va cambiando de color hasta que desaparece. Se abren de nuevo los ojos y se repite el proceso entre 3 y 5 veces. Es una meditación muy energética que ayuda mucho a concentrar la mente y fortalece la memoria. Conviene hacerla por las mañanas.

MEDITACIÓN CONCEPTUAL. Aquí el meditador trae a su mente un concepto principal y lo considera brevemente para después hacer silencio mental, dejando que la mente resuene profundamente con esa idea y entre a formar parte de los conceptos básicos que rigen su vida.

MEDITACIÓN EN EL “YO SOY”. Es la más simple y la más difícil, pues es altamente abstracta. El meditador toma conciencia de ser sin atributos y se instala como testigo en la presencia pura. En realidad se trata simplemente de instalarse en la conciencia de uno mismo, podríamos decir: identificarse con la propia identidad.
Cuando se ha conseguido dominar esta técnica se pasa a la siguiente fase, aún más difícil, y que consiste en transcender la conciencia del “yo soy”, la conciencia del testigo, e identificarse con el campo de pura conciencia del cual esta nace.
Esta meditación es la base del “centramiento”, y que básicamente consiste en vivir todas las actividades del día desde la conciencia del “yo soy”. Una condición que debiera ser natural, pero que resulta anormal en nuestra sociedad actual, en la que el individuo vive proyectado y perdido en deseos y temores. Hablamos sobre el centramiento en una guía específica.

MEDITACIÓN EN LA PRESENCIA DE DIOS. Parecida a la anterior pero más emocional. El meditador abandona todo concepto, toda consideración, y se rinde y se abre a lo superior. Retira incluso la conciencia de sí mismo para que Dios inunde la mente con su presencia. Si se tiene éxito, la experiencia es impagable. En cualquier caso, todo esfuerzo en esa dirección merece la pena.

PROCESO DE MEDITACIÓN

  • Postura
  • Relajación
  • Respiración
  • Concentración

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domingo, 10 de julio de 2016

Lección 192 simplificada

LECCIÓN 192


Dios solo quieres que vuelvas a tomar conciencia de que eres uno con Él compartiendo su infinito amor.

Sin embargo, vives en la ilusión y crees que eres un cuerpo condenado a morir. Por eso, en este mundo ilusorio tienes una función muy específica que te ayudará a despertar a ti y a tus hermanos.
Esa función es el perdón, la herramienta que te permitirá abandonar el mundo de las ilusiones.

Dios creó al Espíritu Santo como Maestro del perdón para inducir en su Hijo dormido sueños felices que le conduzcan a despertar.

Mediante el perdón se supera la culpabilidad, la ira y el miedo a la muerte, y el cuerpo se percibe como un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje ha terminado.

Solo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. Entonces el miedo se acaba, la ira es imposible, la mente sana y se libera de su dolor.

Mediante el perdón liberamos a nuestros hermanos y al mundo de nuestros juicios, y así nosotros nos liberamos también.

Cada vez que sientas que has sido atacado, alégrate, pues se trata de un hermano que te está ofreciendo la oportunidad de tu propia liberación a través del perdón. Esa es tu única función aquí en la Tierra.

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miércoles, 6 de julio de 2016

¡Basta de quejarse!

Lamentarse no tiene sentido. ¿Para qué te lamentas? ¿Qué pretendes conseguir? Responder a estas preguntas con honestidad es muy importante, pues nos permite ver la sinrazón de semejante actitud. Toda idea que traigamos a la mente se refuerza. La lamentación es el sufrimiento psicológico de aquél que se percibe como víctima o verdugo de una situación en la que reconoce que algo ha ido mal, es decir: en desacuerdo con sus expectativas o deseos. Ahondar en la herida nunca sana –la hace más grande. Por eso, ni nos reprochamos nuestro mal hacer, ni nos quejamos por supuestas afrentas. La actitud correcta de la mente es siempre la afirmación positiva: alegrarse de lo bueno, o de lo bien hecho, para reforzarlo en nuestra mente, y perdonar o perdonarnos lo malo, y considerarlo simplemente un error.

El camino espiritual está lleno de alegrías, y en él no caben los reproches. Voy a poner un ejemplo:

Mantener la conciencia del “yo soy”, bien sea con los ojos cerrados –meditación, o con los ojos abiertos –centramiento, es una práctica habitual del yoga y otros caminos. Esta conciencia de uno mismo, como testigo de la experiencia o de los propios pensamientos, es constantemente interrumpida por el diálogo interno, que hipnotiza la mente y la hace olvidarse de sí misma. . Cuando despertamos de este trance y nos damos cuenta de que nos hemos quedado dormidos, bien sea absortos en una fantasía, o involucrados en una acción inapropiada –lo son todas las hechas sin conciencia, solemos tener un sentimiento de desazón y reproche. Nos decimos a nosotros mismos “¡otra vez perdido!”, y nos invade una sensación de culpa y torpeza.

Esa no es la actitud adecuada. Es cierto que cometemos errores, y los seguiremos cometiendo hasta nuestro despertar definitivo, pero la culpa, la desazón  y la pesadumbre, no nos ayudarán. Todo lo contrario. Son perversos mecanismos del ego que solo nos retrasarán en el camino, y además harán que este sea más difícil y sombrío.  Como problema adicional, proyectaremos inevitablemente esta culpa en los demás, y veremos insuficiencia y pecado en todas partes.


Hay una manera mejor. Cada vez que nos demos cuenta de que nos hemos quedado dormidos, perdonaremos instantáneamente ese error, lo dejaremos pasar sin considerarlo en absoluto, y celebraremos la vuelta a la cordura y la presencia. Nuestro camino será ahora más feliz, una perpetua celebración del despertar. Constantemente tendremos buenos motivos por los que alegrarnos cuando esto ocurra, y nos invadirá una íntima dicha. Experimentaremos cada vez el gozo, tanto del padre como del hijo, de la parábola del hijo pródigo. Hemos vuelto a casa. Hemos regresado a la conciencia pura que contempla el mundo real. Este hecho puede darse varios cientos de veces al día en la mente del buscador espiritual. ¡Cuántas ocasiones para alegrarse! ¡Cuántas razones para ser feliz!

lunes, 4 de julio de 2016

Importante y urgente

Queridos amigos,

Hoy querría hablaros/hablarme de la urgencia e importancia de mantener constantemente en la mente la idea de Dios. La práctica honesta de una disciplina espiritual tiene que ser consistente en el tiempo y en la forma para progresar en el proceso del despertar de la mente, el regreso a su estado natural. Cuando despertemos, nos daremos cuenta de que no hay que hacer nada, pues lo que en realidad somos siempre ha estado ahí, pero paradójicamente, para llegar a eso hay que hacer mucho, y todo el tiempo. Esa seriedad de nuestra práctica espiritual es la que nos llevará a nuestro objetivo, pues para purificar la mente tenemos que concentrarla en una única dirección, y lo repito: todo el tiempo. El escenario es muy claro. Nuestra mente está escindida en dos partes. Una de ellas vive la idea perversa de que existe separada de todo, en un mundo en el que otras mentes similares compiten para su beneficio particular. Esta mente engañada, cuando se considera a sí misma, concibe un cuerpo, y cuando piensa en “lo otro”, concibe el mundo, ambos símbolos y expresiones de su separación. Pero no es feliz, nunca lo es. A veces, cuando consigue lo que cree desear, está relativamente contenta por un rato, pues en ningún instante puede dejar de temer el perderlo. La otra parte de la mente es la morada del Espíritu Santo, y conoce perfectamente su naturaleza real. Vive en perfecta calma y espera pacientemente el des-engaño de su contraparte. El desasosiego del ego es perfectamente razonable. En realidad está buscando aquello de lo que la mente recta ya dispone, y lo fabrica proyectándolo fuera en diosecillos, que son pálidas y grotescas expresiones de la condición natural del Cielo.

A estas alturas, ya sabéis perfectamente  todo esto, pero quizás no haya penetrado en lo más profundo de la conciencia la imperiosa necesidad de trabajar para solucionar esta situación. Nuestras vidas son patéticas. Sufrimos por nuestra ignorancia. No vivimos en el mundo, vivimos en nuestras mentes, y podemos tener un control total ellas. Para ello, lo primero que hay que hacer es tomar plena conciencia de que efectivamente esa es nuestra situación. Luego hay que tener la firme voluntad de revertirla. Y finalmente hay que decidirse por una determinada disciplina (sadhana) o entrenamiento para enfocar la mente en una sola dirección durante un tiempo. Los estudiantes de Un curso de milagros disponemos de una herramienta perfecta para llevar a cabo este trabajo. Sí, es un trabajo. El único trabajo que merece la pena emprender, el que da más réditos.

Hermanos, os digo/me digo: la tarea es simple. Basta con recordar constantemente quiénes somos en realidad. Somos quien ya dispone de todo lo que el ego realmente anhela, solo que lo busca en el sitio equivocado. Para conseguirlo, es necesario invocar emocionalmente  esa idea trascendental que todos hemos tenido alguna vez de ser algo más que un cuerpo. A veces este ejercicio mental nos resultará difícil, y es entonces el momento de cambiar a su opuesto, que funciona igualmente bien. En lugar de afirmar lo que somos, negaremos lo que no somos. No somos nada de lo que se nos pase por la cabeza, ni la idea más bastarda, ni la más sublime. Somos Dios, y eso es inconcebible, incluso para nuestra mente recta. Es la experiencia de unidad y de existir en el corazón de Dios. En el camino de la negación nos abstendremos de juzgar el mundo de formas y cuerpos. No es necesario que insistamos demasiado en su naturaleza  ilusoria, pues negar la experiencia de la percepción es un ejercicio agotador y casi siempre estéril. Basta con que lo reinterpretemos y perdonemos de manera sistemática. La belleza de un amanecer, el ataque de un hermano, la propia ira o el sufrimiento del mundo; todos son contenidos de nuestra conciencia. No significa que los hayamos creado nosotros, pero sí que hemos decidido cómo experimentarlos, y en consecuencia, cómo reaccionar ante ellos. Esa es nuestra única libertad, la elección entre cuál interpretación elegimos, la del ego o la del Espíritu Santo.

Yendo a lo práctico. Una serie de consejos que ayudan a llevar a buen término  “el trabajo”.

AL EMPEZAR EL DÍA. Es conveniente empezar el día con una breve meditación. Leer la lección del día ayudará a concentrar  la mente en una idea específica. Tenemos la suerte de disponer del Libro de ejercicios, con un lema nuevo para cada día. Es interesante seguir las reglas básicas de la meditación ortodoxa en lo que respecta a postura, relajación, respiración y enfoque mental. Tengo bastante experiencia en eso. Si venís a las reuniones, lo aprenderéis en una sola sesión.

DURANTE EL DÍA. La actitud constante para todo y todo el tiempo, se llama “centramiento”. En realidad, consiste simplemente en ser uno mismo. Es el estado mental de posicionamiento en el “Yo soy”, es decir, yo soy el que es, sin atributos de ninguna clase. El yo soy es testigo permanente de la alocada actividad mental y no se identifica con ella. A la mente acudirán ideas locas, pero el yo soy no se identifica con ellas. Por eso nos decimos: mi mente está preocupada; yo no. Mi mente está deprimida; yo no. Mi cuerpo está enfermo; yo no. Y así sucesivamente con todo lo que se nos pasa por la cabeza y perturba nuestra paz mental. Es el no apego absoluto. Es una declaración de independencia y poder. Reclamamos nuestra legítima herencia como Hijos de Dios y no nos dejamos engañar por el ego. Y así, permanecemos confiados y expectantes a la llamada final de Dios. En realidad consiste en un estado de meditación activa con los ojos abiertos. Así como en la meditación formal “perdonamos” todas las ideas que se nos ocurren, durante el día perdonamos todas nuestras experiencias. Quien piense que esta es una manera escapista y apocada de vivir, le aseguro que no sabe de qué estoy hablando.

La conciencia constante del yo soy tiene dos efectos inmediatos. Por una parte silencia la mente y permite escuchar a la voz del Espíritu Santo de manera inequívoca, lo que lleva siempre a la acción correcta. Ahora sí que podemos relajarnos de verdad. Hemos retirado el control de nuestras vidas a ese loco pervertido y se lo hemos dado a Quien lo sabe todo. La vida transcurre perfecta y se desarrolla por sí misma.  La segunda consecuencia de vivir el yo soy se vive a un nivel energético. Al ir eliminando paulatinamente el diálogo interno, toda la energía empleada en mantenerlo se pone a nuestro disposición a nivel físico, afectivo y mental. Nos volvemos más fuertes en todos los ámbitos. Vemos con claridad, interpretamos rectamente, y nuestras palabras cobran la seguridad de la certeza. Nuestras emociones ya no son interesadas e infantiles, y de la conciencia del yo soy brota una genuina alegría interior instantánea . Ahora somos capaces de amar con honestidad y madurez. Y para concluir, nuestro cuerpo recupera una inexplicable energía física que restaura la salud y la armonía.

Tener instalada en el móvil una aplicación específica ayuda mucho. En español hay dos para Android (lo siento, no tengo un iPhone), que se llaman igual “Un curso de milagros”. La de Chi-Tao te presenta automáticamente la lección correspondiente a ese día del año, y además tiene recordatorios sonoros correspondientes a las horas establecidas en el Libro de ejercicios. La de Miracle-Apps no tiene eso -¡qué pena!- pero se lee mejor y tiene un interesante chat para estudiantes. No ocupan casi nada de memoria, así que podéis tener las dos. Yo uso una como recordatorio, y la otra para leer.  Los que queráis tener aún más recordatorios, usad el temporizador del reloj del teléfono.

ANTES DE ACOSTARSE. Volvemos a recordar a Dios y rezamos. Les entregamos nuestra mente a Jesús y al Espíritu Santo para que trabajen en ella y la sanen mientras dormimos. El día ha concluido y nos vamos tranquilos a la cama sabiendo que hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos por la salvación del mundo.

Como dice el Curso: el mundo está muy cansado. No retrasemos su despertar. Seamos miembros hiperactivos de una cruzada para salvar al mundo…en nuestras mentes. Merece la pena. Nada merece más la pena que esto. Todo lo que no perdonemos, lo repetiremos. No es una amenaza. Es un hecho. Y los beneficios, no ya de despertar, sino simplemente de trabajar en ello, son inmensos. Enseguida percibimos un sentimiento de sentido en nuestras vidas. Ya no se duda. El camino es certero. El final, inevitable. La paz, poco a poco se instala en nuestras mentes, y sin darnos cuenta, empezamos a sonreír.

Con todo mi cariño.


Gonzalo