jueves, 9 de febrero de 2017

Las paradojas del camino espiritual

Hay veces en las que el Curso de milagros nos parece ciertamente contradictorio. Por ejemplo, se presenta como un curso de entrenamiento mental que, a partir del estudio de un texto bien denso, de más de 700 páginas, y la realización de 365 exigentes lecciones, cuya práctica nos llevará más de un año, promete cambiar nuestra mente de un sistema de pensamiento dualista a otro no dualista. Sin embargo, en la famosa lección 189, se nos dice que no hagamos nada. Os la recuerdo:

7. Haz simplemente esto: permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. 2Vacía tu mente de todo lo que ella piensa que es verdadero o falso, bueno o malo; de todo pensamiento que considere digno, así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada. 3No conserves nada. 4No traigas contigo ni un solo pensamiento que el pasado te haya enseñado, ni ninguna creencia que, sea cual sea su proce­dencia, hayas aprendido con anterioridad. 5Olvídate de este mundo, olvídate de este curso, y con las manos completamente vacías, ve a tu Dios.
8. ¿No es acaso Él Quien sabe cómo llegar a ti? 2Tú no necesitas saber cómo llegar a Él. 3Tu papel consiste simplemente en permitir que todos los obstáculos que has interpuesto entre el Hijo y Dios el Padre sean eliminados silenciosamente para siempre. 4Dios hará lo que le corresponde hacer en gozosa e inmediata respuesta. 5Pide y recibirás. 6Mas no vengas con exigencias, ni le señales el camino por donde Él debe aparecer ante ti. 7La manera de llegar a Él es simplemente dejando que Él sea lo que es. 8Pues de esa forma se proclama también tu realidad.

Al comienzo del Texto también se nos dice que todos tenemos derecho a los milagros, pero que previamente es necesaria una purificación. Luego, mas adelante, se nos recuerda que no intentemos hacernos santos antes de ir al Instante Santo.

En Nisargadatta también podemos ver estas aparentes contradicciones:

La mera renuncia física es sólo una muestra de fervor, pero el fervor por sí solo no libera. Debe haber una comprensión que procede de una percepción alerta, una búsqueda vehemente y una profunda investigación. Debes trabajar sin descanso para salvarte del pecado y el sufrimiento.

Los gurús autodeclarados hablan de madurez y esfuerzo, de méritos y logros, de destino y gracia; Todas estas son meras formaciones mentales, proyecciones de una mente adicta. En vez de ayudar, obstruyen.

Todo sucede tal como es necesario que sea, sin embargo, no pasa nada. Hago lo que parece necesario, pero al mismo tiempo sé que nada es necesario, que la vida misma es sólo una creencia.
Nisargadatta

Estas cosas desconciertan...a nuestro ego.

En realidad, estas proposiciones no entrañan contradicciones, sino paradojas.Y esto es así porque, hablar de, luchar con, o superar algo que en realidad no existe, entraña una paradoja existencial. Recordad que paradoja, es una figura retórica que consiste en la utilización de expresiones que envuelven una contradicción. Esto quiere decir, que más allá de las condiciones contradictorias, los factores presentados resultan válidos, reales o verosímiles. Es el problema suscitado por algo inexistente, pero percibido; como las sombras, que no tienen existencia por sí mismas, pues son tan solo ausencia de luz. Pero hay que tener en cuenta que hemos permitido a nuestra mente pensar que lo percibido tiene la cualidad de lo real. Todo nuestro mundo percibido está realmente basado en sombras, en ausencias...de amor. Igual que la película en un cine, que nos muestra una historia al interponer fotogramas que opacan selectivamente la luz del proyector. Pero entended que, PARECER SER no es lo mismo que SER.

Nuestra mente es libre, pues Dios la creó así. Es libre tan para imaginar cosas y situaciones inexistentes, como para experimentar la realidad divina de su verdadera identidad. Ambas situaciones son perfectamente incompatibles. Desde la ilusión, la mente no puede conocer la realidad, pues esa ha sido su decisión. Y desde la realidad, la ilusión es inconcebible, pues es absolutamente impropia. Esta imposibilidad de conocer la realidad desde la conciencia egóica, la consciencia, que surgió tras la separación, hace que nos resulte extremadamente difícil tratar con conceptos verdaderos, pues la razón cartesiana del "Pienso, luego existo", no es aplicable al ego. El ego cree que piensa y que existe, pero en realidad...ni piensa, ni existe. Entiendo que esto es muy difícil de aceptar, porque, repito, nuestros egos creen que piensan y, desde luego, que existen. Pero no es así. 

Estamos tan acostumbrados a pensar, con nuestro ego, que nos resulta inconcebible descartar nuestras propias conclusiones, con las que identificamos nuestra conciencia de ser. Eso es tan así, que creemos que si dejáramos de pensar, moriríamos. Y la verdad es que ahí el ego tiene parte de razón. Si dejáramos de pensar, moriría...él, en nuestra mente. Pero esto no sería malo, esto no nos convertiría en una especie de vegetales. Esto nos permitiría experimentar el infinito gozo, plenitud y conocimiento de nuestra verdadera divina identidad. Porque son precisamente los pensamientos los que están obstruyendo esta experiencia. Pensar no es malo ni bueno. Pensar es simplemente impropio del Hijo de Dios, porque supone entretener la mente con imágenes inexistentes, irreales, que no gozan de la misma naturaleza de la mente que las ha concebido, que no son extensiones suyas, por eso no son amorosas y se perciben como algo ajeno y separado. En verdad, para ser preciso, tampoco se puede decir que son absolutamente impropias, pues los pensamientos no  creativos han sido perfectamente diseñados por el Hijo de Dios para experimentar lo imposible: la ilusoria separación de Dios y de todo lo real.

Dicho lo cual, es obvio que tenemos dos opciones. La primera es seguir soñando un mundo de separación, muerte, sufrimiento y circunstanciales alegrías. La otra es despertar. Si optamos por la segunda, hay que ser consciente de que no podemos hacerlo desde el ego. No podemos purificarnos, hacernos santos, y ni siquiera trabajar por nuestra eventual liberación...desde nuestros egos. En realidad, en el camino espiritual, hay que reconocer que al ego le corresponde un papel bastante modesto. Lo único que tiene que hacer es apartarse, no intervenir, dejar pasar (perdonar), y poco más. Eso es suficiente. Pero, como dice Nisargadatta, hay que hacerlo con rigor, incansablemente. Siempre. Y entonces, nuestras vidas, nuestros sueños, se harán más amables, más agradables, más felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario