La clave para eliminar las dudas, las angustias, los miedos y las depresiones es no hacer caso en absoluto a nuestro ego, ni siquiera a sus aparentes "propuestas amorosas". Todo lo que se nos pasa por la cabeza es basura, de un tipo o de otro. Todas las opiniones que tenemos sobre nosotros mismos o sobre el mundo son falsas. No merece la pena considerarlas en absoluto. Piensa que, cuando el Espíritu Santo nos habla, o el Cielo nos bendice con un pensamiento de Dios, no hay ningún "yo" ahí para recibirlo, tan solo es un recuerdo de nosotros mismos, de nuestra auténtica indiferenciada, total y verdaderamente amorosa identidad. Cuando eso ocurre, nosotros no somos amorosos, porque es imposible que el ego sea amoroso. Cuando eso ocurre, nosotros somos amor, nuestra verdadera naturaleza. Por eso, el trabajo espiritual no es de "conseguir", pues solo conseguiremos ilusiones. El trabajo espiritual es de "negar", pues todo a lo que la mente tiene acceso es falso. Recuerda el viejo dicho advaita: "Esto no, esto tampoco". El trabajo es simple, se trata de descartar, que es lo mismo que perdonar. Puede parecer que esta sea una opción muy dura y radical, pero créeme, es la única alternativa si no deseas deambular persiguiendo sueños que te acabarán desengañando. E incluso eso es positivo, pues todo desengaño, bien entendido, es una magnífica lección. Todo lo bueno viene de negar al mundo en todas sus formas. Ninguna forma merece la pena. Hasta la que te pueda parecer amorosa encierra algún tipo de especialismo que te acabará defraudando. Perdona al mundo y camina con las manos vacías hacia tu Dios. No conseguirás nada, salvo perderte en Su corazón.
Te ayudará leer Texto 4, sección IV. Esto no tiene por qué ser así. y Texto 31, sección V. El concepto del yo frente al verdadero ser. Hay que leer muy despacio, sobre todo esta última sección, porque es muy densa y muy potente. Cada frase es importante.
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